miércoles, noviembre 08, 2017

Esto NO es cuidar (II)

Sé que hay gente que me percibe enfadada últimamente, enfadada con mis profesionales de salud mental, enfadada con mis profesionales sanitarios en general, enfadada con otros profesionales sanitarios de terceras personas a las que estoy acompañando (mucho) al médico en los últimos meses. Por si os lo preguntáis, no, no estoy enfadada con el mundo, ni siquiera con los profesionales sanitarios todos ellos como un único ente, pero me he hecho muchísimo más consciente en los últimos tiempos de un montón de violencias más sutiles o más obvias en las consultas, en el trato, en la relación médico-paciente. Por supuesto, estas violencias son más obvias en las consultas de salud mental y en las relaciones psiquiatra-loca / psicóloga-loca / enfermero-loca / celador-loca, y suma y sigue. En realidad a veces hay violencia en la relación general entre cuerdos y locos, que viene marcada normalmente de si el cuerdo se siente -no siempre conscientemente, supongo- superior a ti porque, oh, tienes el juicio nublado, porque eso es lo que se nos presupone, que el diagnóstico psiquiátrico (especialmente los que se asumen como crónicos e inmutables, o mutables solo hacia la degeneración y el empeoramiento) nos hace perder el juicio forever and ever, como cuando se come perdices en el cuento, porsiemprejamás; y ya no tenemos juicio ni en épocas buenas ni en épocas malas, ni cuando nosotros mismos reconocemos no pensar con mucha lógica (yo misma me digo "pienso mal/raro" porque reconozco el proceso); pero tampoco cuando nosotros mismos podemos considerarnos lúcidos, tranquilos, juiciosos. 

Pero en los últimos momentos veo muchas de estas deficiencias / violencias sutiles / faltas de respeto / incompetencias varias / falta de cuidados... más allá de la consulta de salud mental. Y me rebelo también, y oh, sorpresa, tampoco se recibe bien, aunque por mi parte haya cero insultos, cero gritos, cero voces que se alzan, cero aspavientos, cero amenazas. Supongo que cierta rabia sí hay, aun contenida, y eso se percibe y es lo que genera ese rechazo con el que me encuentro (cuando a alguien le estás generando rabia, igual pensar si hay algo que hayas hecho para generarla tampoco está de más). Supongo que ya no soy la paciente sumisa que fui, y no hay mucha costumbre a que quieras información y la preguntes y a la siguiente cita llegues con más información que tú también sabes buscar -la magia de Google y de que haya más médicos en redes sociales donde contrastar- y con más preguntes, y a veces cuestiones, y a veces señales, y a veces opines, y no siempre des por válida e incuestionable y eterna la VERDAD así con mayúsculas-subrayado-negrita, que te ofrece alguien solo porque tenga un título colgado en el salón de casa de sus padres.

En fin. Todo esto, decidir por nosotros, no informar de los distintos tratamientos disponibles, no informar de los posibles efectos secundarios de eso que has pautado, dar por hecho cosas del paciente que tienes delante sin preguntarle, dar indicaciones sin preocuparte de si las está entendiendo o no tu paciente, no atender a sus circunstancias personales cuando le haces recomendaciones o indicaciones terapéuticas, no escuchar, tomar decisiones en base a enfados, enfadarte como reacción a una o tres preguntas recibidas, burlarte de la "ignorancia" de tus pacientes que hacen que se equivoquen, que esas equivocaciones de tus pacientes -jajaja, mira qué catetos-, sean tan graciosísimas que tengas que exponerlas en público en redes sociales y artículos y -¿por qué ibas a quedarte ahí? ¡Dale hombre!- en libros recopilatorios con tooooodos esos errores TAN graciosos por los que de paso vas a llevarte un dinero (ya se lo podrían llevar tus pacientes que te han escrito el libro al fin y al cabo...). Y añado también otras conductas desgraciadamente habituales: no ser consciente de que todas estas cosas pueden dañar, aumentar nuestra desconfianza y cargarse los vínculos terapéuticos que debería haber entre profesionales sanitarios y sus pacientes; no daros cuenta de que esos vínculos deberíais cuidarlos y no socavarlos; reaccionar a la defensiva cuando no al ataque si os señalamos algo de estas cosas; no reconocer que la situación de poder en la que está el médico con un paciente, ese desequilibrio, no es en absoluto comparable al de cualquier otra profesión, no tiene nada que ver con el informático que hace bromas porque no entiendes de ordenadores, o con el mecánico que las hace porque no sabes de coches... 

Nada de esto es cuidarnos, ninguna de las cosas del párrafo anterior es cuidarnos. De hecho, son claramente lo contrario, son descuidarnos, son pequeñas violencias que se van sumando y que cómo al final no voy a ir con cierta rabia acumulada al ambulatorio, ains.

¿Algún ejemplo concreto de cómo se traduce todo esto en la práctica? Alguno va, sí:

- Cuando le dices a tu paciente, que no tiene tus sacrosantos estudios universitarios, que apenas sabe leer de hecho... que coma ciertas frutas con moderación, y tu preocupación por si ha entendido el mensaje es cero porque lo mismo te da que te da lo mismo, y no haces ninguna pregunta de comprobación para ver si en efecto el mensaje ha sido comprendido, y esa persona se va a su casa y se compra tres kilos de esas frutas que tenía que comer con moderación porque no sabe bien el significado de esa palabra y ha entendido que las únicas frutas que debe comer son precisamente esas... lo que has hecho tú como médico es de ser pésimo profesional sanitario, y ESO NO ES CUIDAR.

- Cuando a tu paciente que ves cada mes le insistes por decimocuarta vez en lo bien que le vendría a su piel fastidiada salir a su jardín a tomar el sol a poder ser desnuda, darse sesiones de nosequé en su bañera, y pasar meses en su casa de la playa, y ella te recuerda también por decimocuarta vez que no tiene ni jardín, ni bañera, ni casa en la playa, ni posibilidad de pagarse dos meses de hotel en Peñíscola ni en ningún otro sitio, y no, balcón tampoco tiene... pues además de preguntarme si tienes como médica una desconexión brutal con la realidad socioeconómica de tus pacientes, que trabajas en la sanidad pública y a lo mejor no lo sabes... pes lo mismo, que ESTO TAMPOCO ES CUIDAR.

- Cuando no te basta con hacer públicas todas esas meteduras de pata de tus pacientes que lo nombran todo mal, jajaja, mira que son tontitos; y además coges confusiones como "ha dicho hernia de boniato y no hernia de hiato" o "me dijo que con el Sexoral muy bien y era Seroxat, el antidepresivo", que yo qué sé, pues pueden ser graciosas aunque yo preferiría que las compartieras de cañas con tus colegas o en casa con tu mujer, y no necesariamente en redes sociales públicas para que el mundo entero se ría del error de tu paciente con menos cultura que tú... pero cuando además eso te parece muy gracioso y en el mismo saco de jijís-jajás, nos reímos todos, metes al paciente que jajaja entendió mal tus indicaciones ante su problema de azúcar, se puso insulina cuando no tocaba, y llegó en coma hipoglucémico a Urgencias, y tú es que te partes, "cuando despertó me dijo que total, como estaba mareado por una bajada de azúcar y para lo del azúcar es la insulina, pues hale ahí pinchazo" y todo son jajajás, en vez de cuestionarte si no eres un profesional incompetente que pone en riesgo a sus pacientes... pues ESO NO ES CUIDAR. De hecho, te estarás riendo pero un poco más y te cargas a ese paciente que dices que querías cuidar, que según sigues manteniendo, cuidas estupendamente.

- Cuando una paciente que te llega agobiada, que tiene un problema de salud y por eso está yendo a verte a la consulta, que cuando la citas para la semana siguiente te dice que un segundo porque tiene citas médicas cada día, y algunos días varias y en distintos lugares y además también tiene que acompañar a otros familiares a sus propias citas... y por un malentendido mientras le das la siguiente cita que ella está haciendo malabares para encajar tienes que volver a empezar y -oh drama- hacer los tres clicks otra vez desde el principio para reservar la hora a la que puede acudir, y claro, resoplas ostentosamente con un "hala, a volver a empezar, si es que..." quejándote de que te tenía que haber dicho y blablablá... pues si no reparas en el desequilibrio de malestar que es hacer de nuevo tres clicks en veinte segundos de reloj dentro por cierto de tu jornada laboral, frente al malestar que viene quien tiene no solo el problema de salud por el que está sentada contigo, sino problemas múltiples que le hacen tener citas médicas diarias además de la tarea de cuidados a sus familiares... pues mira, serás enfermera y llevarás bata y tu vocación será cuidar como os marcó el camino Florence Nightingale y tal, pero ya te comento que lo que haces, al menos con esa paciente, NO ES CUIDAR.

- Último ejemplo: como visto que a los profesionales sanitarios no os importa mucho si vuestros pacientes se están enterando o no de lo que indicáis y para qué vais a comprobarlo, cuando los familiares del paciente le acompañan a consulta con la sospecha de que la preparación que él ha seguido para X prueba no ha sido la que era necesaria para que los resultados fueran buenos, y en efecto había errores y el paciente -el mismo del primer ejemplo, que lee con dificultades porque no pudo estudiar de niño como la mayoría de su generación y aprendió las letras en la mili para defenderse mínimamente- se disculpa con un "es que yo entendí", y en respuesta le agitas en su cara los dos folios a doble cara con las instrucciones que debía haber seguido, espetándole "¡pero si está todo aquí escrito, no hay ningún misterio!", y él paciente se disculpa de nuevo avergonzado... pues estupendo todo, pero lleváis teniendo mal los resultados de esa prueba anual (en base a los que pautáis y modificáis su tratamiento) desde que hace cuatro años cambiasteis el procedimiento y lo indicasteis por escrito en esas hojas y os quedasteis tan anchos. Y no, ESO NO ES CUIDAR.

En fin. Que como siempre, como esa rabia que tanto rechazo genera y que viene un poco de aquí y bastante también de mi experiencia de muchas otras violencias en la atención sanitaria en salud mental, parece que dificulta mis relaciones con profesionales sanitarios aquí y allá -aunque no todos, lo que también me da una pista de que su actitud tiene que ver en esas relaciones que se enturbian o no se enturbian-, pues hago algo que me sirve en otros contextos: dejar aquí quieta en la pantalla esas sensaciones, esos pensamientos con su dosis de rabia que tan mal se recibe fuera, a ver si así una parte se queda aquí quieta donde no dañe y no se rechace.

(Una parte solo. Otra parte de esa rabia la necesito para mí: desde mi antigua sumisión no habría crecido personalmente nunca tanto como me ha permitido crecer parte de esa rabia que albergo ahora).